
Los recuerdos son una manera de mantener vivas las experiencias pasadas.
Es a través de nuestros sentidos que a veces somos capaces de evocar antiguas vivencias que dejaron una huella importante en nuestra vida.
Basta percibir un olor para que "volemos" y lleguemos a ese instante donde ese olor nos hizo sentir.
Los recuerdos son algo que ya no está, pero que forman parte de nuestro ser, hacen que el pasado esté en nuestro presente. Recordar es volver a vivir, y según muchos expertos persisten incluso cuando ya se han olvidado.
Recordar la sensación de un abrazo, el tacto de una piel, el sabor de unos labios, pueden conseguir que veamos nuevamente la cara del ser amado aunque ya no esté ...
Escuchar una canción puede transportarnos a ese instante en que esa composición de sonidos hizo que sintiéramos que todo era magia.
Una foto, una poesia, pequeños objetos que sobreviven a cualquier tipo de mudanza, talismanes que nos acompañan y que nos mantienen "atados" a quien nos los dio.
A través del color del trigo el zorro era capaz de recordar al principito...
Lugares que antes eran indiferentes para nosotros logran que nuestro corazón se desboque con solo escuchar nombrarlos. Una palabra, una frase, el color de una piel, una voz, pueden hacernos volver la vista atrás.
Hay recuerdos que son capaces de despertarnos estas sensaciones porque no viven en nuestra cabeza, sino que viven en nuestro corazón, y es entoncés cuando la mejor manera de ver es cerrando los ojos.
Pero los recuerdos son sólo eso, y nos pueden llenar de nostalgia si es lo único que tenemos, por lo que hay que ordenárlos y de vez en cuando, aunque nos cueste, tenemos que limpiar nuestro almacén interior.
Debemos probar, mirar, escuchar, oler y tocar cosas nuevas, no podemos permitir que el recuerdo del sabor de una tarta de queso impida que disfrutemos de dulces más sabrosos.
M.V. Núñez